martes, 28 de mayo de 2013

Peter Benenson y "Los presos olvidados"


Un día como hoy hace 52 años, dos estudiantes portugueses elevaron sus copas para brindar por la libertad. Por ese sencillo gesto fueron condenados a cumplir siete años de cárcel. Su historia horrorizó al abogado británico Peter Benenson y lo impulsó a actuar.

Peter Benenson escribió al periódico británico The Observer con la intención de emprender una campaña internacional para proteger a los «presos olvidados». Su idea consistía en bombardear a autoridades de todo el mundo con cartas de protesta. El 28 de mayo de 1961, el diario publicó un artículo a toda plana titulado «Los presos olvidados», que inauguraba la campaña de Peter Benenson “Appeal for Amnesty 1961”, de un año de duración.

En el artículo se pedía a los ciudadanos de todo el mundo que protestaran -de forma imparcial y pacífica- contra el encarcelamiento de hombres y mujeres en cualquier lugar del mundo por sus convicciones políticas o religiosas, y se calificaba a estas personas de «presos de conciencia». Fue el nacimiento de una expresión que entraría a formar parte del vocabulario de los asuntos mundiales.

El artículo suscitó una respuesta tremenda. En el plazo de un mes, más de un millar de lectores habían enviado cartas de apoyo y ofrecido ayuda práctica. Algunos también habían enviado información pormenorizada sobre los casos de otros muchos presos de conciencia.

Seis meses después, lo que había empezado como un breve acto publicitario se estaba transformando en un movimiento internacional de carácter permanente. Al cabo de un año, la nueva organización ya había enviado delegaciones a cuatro países para elevar protestas en favor de algunos presos y se había hecho cargo de 210 casos; sus miembros ya habían organizado estructuras nacionales en siete países.

Los principios de imparcialidad e independencia quedaron establecidos desde el comienzo. Se puso el énfasis en la protección internacional de los derechos humanos: personas de todo el mundo actuarían en favor de individuos de cualquier parte del mundo. A medida que la organización fue creciendo, su foco de atención se fue ampliando para ocuparse no sólo de los presos de conciencia, sino también de las víctimas de otros abusos contra los derechos humanos en todo el mundo, como la tortura, las «desapariciones» y la pena de muerte.

En 1977 los esfuerzos del movimiento fueron recompensados con el premio Nobel de la Paz, y en 1978 la organización fue galardonada con el Premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Hoy, Amnistía Internacional moviliza a activistas voluntarios en todas partes y cuenta con más de un tres millones de miembros y activistas en más de 150 países y territorios a quienes une la determinación de trabajar por un mundo en el que las personas disfruten de los derechos humanos.

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