viernes, 4 de enero de 2013

Hay que abordar la violencia endémica contra las mujeres, pero la pena de muerte no es la respuesta

Por Ananth Guruswamy, director de Amnistía Internacional en India


El trágico suceso de la joven de 23 años que el 16 de diciembre de 2012 fue brutalmente agredida, violada y abandonada a su suerte por seis hombres en Delhi ha puesto de relieve la intolerable realidad a la que se enfrentan millones de mujeres y niñas en India. La violencia contra la mujer es endémica en el país: según datos oficiales, en 2011 se denunciaron más de 220.000 casos de delitos de violencia contra mujeres, cifra que probablemente sea mucho más elevada en la actualidad.

De haber algo positivo en esta terrible tragedia, serían las protestas generalizadas de la sociedad en India. Lo que comenzó como una manifestación estudiantil en Delhi ha pasado a aglutinar a ciudadanas y ciudadanos indios de todo tipo y de todas las ideologías políticas. Decenas de miles de personas han tomado las calles con el rotundo mensaje de que las cosas deben cambiar y que las mujeres y niñas tienen que empezar a vivir sin miedo. Pero entre las muchas peticiones razonables y constructivas que se están elevando a las autoridades para poner fin a esta situación hay, desafortunadamente, un coro de voces cada vez mayor que reclama la pena capital para los seis presuntos responsables, o incluso la pena de muerte preceptiva para los casos de violencia sexual.

Está previsto que cinco de los seis sospechosos sean sometidos a juicio hoy en Delhi, mientras las autoridades investigan si el sexto presunto responsable es menor de 18 años y, por tanto, menor de edad. En principio, los cinco serán acusados de varios delitos, entre ellos el de asesinato, para el que las leyes indias prevén la pena de muerte.

El odio que sienten los ciudadanos es totalmente comprensible, como lo es el deseo de imponer leyes más estrictas para los delitos de violencia sexual con el fin de garantizar que lo ocurrido en diciembre en Delhi no vuelva a repetirse, pero recurrir a la pena capital solo serviría para prolongar la oleada de violencia.

Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte en todos los casos, independientemente de las circunstancias o la naturaleza del delito Se trata de la forma más extrema de pena cruel e inhumana, y la violación de un derecho humano fundamental: el derecho a la vida.

No hay indicios que sugieran que la amenaza de ejecución actúa como elemento disuasorio especial, de ahí que exista una clara tendencia global hacia la abolición de la pena capital. En la actualidad, ya son 140 los países del mundo abolicionistas en su legislación o en la práctica.

Durante al menos ocho años no se había llevado a cabo ninguna ejecución en India, hasta que el 21 de noviembre de 2012 fue ahorcado Ajmal Kasab, único terrorista superviviente de los atentados cometidos en Mumbai en noviembre de 2008. La muerte de Kasab supuso un retroceso importante para el país en materia de pena de muerte, pues India se unía así a la minoría de países que siguen realizando ejecuciones.

Con cientos de presos condenados a muerte en India, nos encontramos ante un momento clave para el país y para la aplicación de la pena de muerte. Las autoridades indias no deben permitir que la ejecución de Kasab y la atroz violación de Delhi den lugar a que se reanuden las ejecuciones a mayor escala.

Lo que India necesita ahora no es venganza, sino poner fin a los numerosos problemas que hacen que se perpetúe la violencia endémica contra mujeres y niñas en el país. Tienen que reformarse las leyes y el sistema de justicia, y debe modificarse la definición de violación, que actualmente resulta inaceptable.

También deben tomarse medidas frente a las cifras lamentablemente bajas de condenas por este tipo de delitos, lo que únicamente prolonga el actual clima de impunidad que se vive en el país. Sin embargo, la imposición de la pena de muerte por casos de agresión sexual probablemente solo empeoraría la situación, ya que los jueces vacilarían ante la aplicación de penas tan extremas y los procesos legales se alargarían y serían más complejos.

La policía india tiene que estar mejor preparada para atender a las supervivientes de violencia sexual, y es necesario que se desarrollen programas de apoyo a las víctimas. Muchas mujeres y niñas se muestran reacias a denunciar delitos por miedo a ser humilladas y a recibir un trato degradante por parte de la policía, o por temor al estigma social generalizado que sufren como consecuencia de ello. Asimismo, todavía existen graves carencias sistemáticas en el sistema de justicia indio, lo cual plantea dudas sobre su eficiencia.

El simple hecho de plantear métodos de castigo antes de que se hayan resuelto estos problemas significa adelantarse peligrosamente a los acontecimientos. Son muchos quienes comparten esta reflexión, incluida Navi Pillay, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que ha pedido reformas legales y prudencia frente al uso de la pena de muerte.

En 2012, Afganistán y Pakistán reanudaron las ejecuciones después de moratorias relativamente largas, por lo que ahora India tiene la oportunidad de demostrar su auténtico liderazgo en la región en un asunto clave en materia de derechos humanos. Sin duda, las mujeres y niñas en India merecen una protección legal mucho mejor, pero la solución no es la pena de muerte.

Nueva Delhi, 04 de enero de 2013

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